jueves, 23 de enero de 2014

Francisco: La envidia es la puerta por la que el diablo entra al mundo

Francisco: La envidia es la puerta por la que el diablo entra al mundo 
 Jueves 23 Ene 2014 | 11:53 am
Ciudad del Vaticano (AICA): ¨Los celos llevan a matar. La envidia lleva a matar. Fue precisamente esta puerta, la puerta de la envidia, por la cual el diablo entró en el mundo”, dijo el papa Francisco, esta mañana, durante la homilía de la misa matutina celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta. El Pontífice pidió a los cristianos que cierren las puertas a celos, envidias y murmuraciones que dividen y destruyen a nuestras comunidades. 

"Los celos llevan a matar. La envidia lleva a matar. Fue precisamente esta puerta, la puerta de la envidia, por la cual el diablo entró en el mundo”, dijo el papa Francisco, esta mañana, durante la homilía de la misa matutina celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta. El Pontífice pidió a los cristianos que cierren las puertas a celos, envidias y murmuraciones que dividen y destruyen a nuestras comunidades.
 Las reflexiones del Papa tomaron como referencia la primera lectura del día que habla de la victoria de los israelitas sobre los filisteos gracias al valor de joven David. La alegría de la victoria se transforma pronto en tristeza y envidia en el rey Saúl al ver que las mujeres alababan a David por haber matado a Goliat. Entonces, afirma Francisco "esa gran victoria comienza a convertirse en derrota en el corazón del rey" en el que se insinúa, como sucede en Caín, "la semilla de los celos y de la envidia".
 Y como Caín con Abel, entonces el rey decide matar a David. "Así hacen los celos en nuestro corazón -observó el Papa- es una inquietud mala, que no tolera que otro hermano o hermana tenga algo que yo no tengo". Saúl, "en vez de alabar a Dios, como hacían las mujeres de Israel, por esta victoria, prefiere cerrarse en sí mismo, lamentarse" y "cocinar sus sentimientos en el caldo de la amargura".
 Así lo explicó el Santo Padre: "Los celos llevan a matar. La envidia lleva a matar. Fue precisamente esta puerta, la puerta de la envidia, por la cual el diablo ha entrado en el mundo. La Biblia dice: 'Por la envidia el diablo ha entrado a hacer mal en el mundo'. Los celos y la envidia abren las puertas a todas las cosas malas. También divide a una comunidad. Una comunidad cristiana, cuando algunos de sus miembros sufren de envidia, de celos, termina dividida: uno contra el otro. Y esto es un veneno fuerte. Es un veneno que encontramos en la primera página de la Biblia con Caín".
 En el corazón de una persona tocada por los celos y la envidia -subrayó el Papa- suceden "dos cosas clarísimas". Primero la amargura: "La persona envidiosa, la persona celosa es una persona amarga: no sabe cantar, no sabe alabar, no sabe qué es la alegría, siempre mira 'qué tiene aquel y yo no tengo'. Y esto lleva a la amargura, una amargura que se difunde en toda la comunidad. Son estos sembradores de amargura.
 Y la segunda actitud, que llevan los celos y la envidia, es a murmurar. Porque este no tolera que el otro tenga algo, la solución es rebajar al otro, para que yo esté más alto. Y el instrumento son las murmuraciones. Mira siempre y verás que detrás de una murmuración están los celos y la envidia. Y las murmuraciones dividen la comunidad, destruyen a la comunidad. Son las armas del diablo".
 El Santo Padre mencionó cuántas bellas comunidades cristianas iban bien, pero después en uno de los miembros entró la semilla de los celos y la envidia y, con esto la tristeza, el resentimiento de los corazones y las murmuraciones.
 Continuó señalando que "una persona que está bajo la influencia de la envidia y de los celos, mata", como dice el apóstol Juan: "Quien odia a su hermano es un homicida". Así como "el envidioso, el celoso, comienza a odiar al hermano". Por tanto, Francisco concluyó pidiendo: "Hoy, en esta misa, recemos por nuestras comunidades cristianas, para que esta semilla de los celos no sea sembrada entre nosotros, para que la envidia no tome lugar en nuestro corazón, en el corazón de nuestras comunidades, y así podamos ir hacia adelante, alabando al Señor, con alegría. Y es una gracia grande, la gracia de no caer en la tristeza, en el estar resentido, en los celos y en la envidia".+

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