Francisco: “Las cosas de Dios no se pueden entender sólo con la cabeza”
Martes 13 May 2014 | 11:37 am
Ciudad del Vaticano (AICA): “Las cosas de Dios no se pueden entender sólo con la cabeza, es necesario abrir el corazón al Espíritu Santo, ser dóciles en el seguir el camino que nos indica, sin cerrar la puerta a nadie”, dijo el papa Francisco en la misa matutina celebrada hoy en la capilla de la Casa Santa Marta. El Pontífice comentó la lectura del día que relata la opuesta actitud de los cristianos después de la muerte de Esteban y de los ¨intelectuales¨, los doctores de la ley. Pidamos la ¨gracia de la docilidad y que el espíritu santo nos ayude a defendernos de ese otro espíritu malo de la suficiencia, del orgullo, de la soberbia, de la cerrazón del corazón al Espíritu Santo”, expresó.
“Las cosas de Dios no se pueden entender sólo con la cabeza, es necesario abrir el corazón al Espíritu Santo, ser dóciles en el seguir el camino que nos indica, sin cerrar la puerta a nadie”, dijo el papa Francisco en la misa matutina celebrada hoy en la capilla de la Casa Santa Marta.
El Pontífice comentó la lectura del día que relata la opuesta actitud de los cristianos después de la muerte de Esteban y de los "intelectuales", los doctores de la ley. Pidamos la "gracia de la docilidad y que el espíritu santo nos ayude a defendernos de ese otro espíritu malo de la suficiencia, del orgullo, de la soberbia, de la cerrazón del corazón al Espíritu Santo”, expresó.
El Papa, refiere el texto de Radio Vaticana, evidenció que en la Primera lectura: "Están aquellos que se dispersaron a causa de la persecución que se inició" después de la muerte de Esteban. "Fueron dispersos con la semilla del Evangelio y la llevaron para todos lados". Al inicio, hablan sólo a los judíos. Luego a los griegos". Y así lentamente, "abrieron las puertas a los griegos, a los paganos". Llegada la noticia a Jerusalén, Bernabé fue enviado a Antioquía "para visitar e inspeccionar". Y todos, constató "se quedaron contentos", porque "una multitud considerable se agregó al Señor".
Esta gente "no dijo, vamos antes a los de los judíos, luego a los griegos, a los paganos, a todos, ¡No! ¡Se dejó llevar por el Espíritu Santo! Fue dócil al Espíritu Santo". Y luego "una cosa trae a la otra" y "terminan abriendo las puertas a todos: a los paganos, que para la mentalidad de ellos eran impuros", "abrían las puertas a todos". Esto "es el primer grupo de personas, aquellas que son dóciles al Espíritu Santo". "Algunas veces el Espíritu Santo nos empuja a hacer cosas fuertes como lo hizo con Felipe de ir a bautizar al ministro etíope", "como le dijo a Pedro que fuera a bautizar a Cornelio". "Otras veces, el Espíritu Santo suavemente nos lleva a la virtud y dejarse llevar por el Espíritu Santo, no hay que resistirse al Espíritu Santo, hay que ser dóciles al Espíritu Santo. Y el espíritu Santo obra hoy en Iglesia, obra hoy en nuestra vida.
Alguno podrá decirme "¡Jamás lo vi!". "Pero estate atento a lo que sucede, lo que te viene a la mente, qué te viene del corazón. ¿Cosas buenas? Es el Espíritu que te invita a ir por ese camino. ¡Se necesita docilidad al Espíritu Santo!”
El segundo grupo que nos presentan las lecturas de hoy es aquel de los "intelectuales, que se acercan a Jesús en el templo: son los doctores de la ley". Jesús siempre tuvo problemas con estos, "porque no terminaban de entender: daban vueltas sobre las mismas cosas, porque creían que la religión era cosa sólo de la cabeza, de leyes". Para ellos era necesario "cumplir los mandamientos y nada más. No se imaginaban que existía el Espíritu Santo".
Interrogaban a Jesús, "querían discutir. Todo estaba en sus cabezas, todo intelecto" "En esta gente no había corazón, no había amor ni belleza, no había armonía", es gente "que sólo quiere explicaciones". "Y tú le das explicaciones y ellos no convencidos, vuelven con otra pregunta. Y así dan vueltas, dan vueltas. Como dieron vueltas alrededor de Jesús toda la vida, hasta el momento que ¡lograron agarrarlo y matarlo! ¡Estos no abren el corazón al Espíritu Santo! Creen también que si las cosas de Dios se pueden entender sólo con la cabeza, con las ideas, con las propias ideas. Son orgullosos. Creen que lo saben todo. Y aquello que no entra en su inteligencia no es verdadero. ¡Tú puedes resucitar a un muerto delante de ellos pero no lo creen!"
Jesús, dijo Francisco, "va más allá" y dice una "cosa fuertísima": "¡Ustedes no creen porque no son parte de mis ovejas!" Ustedes no creen porque no son parte del pueblo de Israel. Salieron del pueblo. "Ustedes son la aristocracia del intelecto". Esta actitud, dijo, "cierra el corazón". "Ellos renegaron del pueblo". "Esta gente se separó del pueblo y por esto no podía creer". "¡La fe es un don de Dios!". Pero la fe llega si tú eres del pueblo. Si tú-ahora- en la Iglesia, si tú eres ayudado por los Sacramentos, por los hermanos de la asamblea. Si tú crees que esta Iglesia es el pueblo de Dios. Esta gente se separó, no creía en el Pueblo de Dios, creía solamente en sus cosas y así había construido todo un sistema de mandamientos que echaban a la gente y no la dejaban entrar en la Iglesia, en el pueblo. ¡No podían creer! Este es el pecado de resistir al Espíritu Santo"
"Dos grupos de gente", evidenció el Papa, aquellos "de la dulzura, de la gente dulce, humilde, abierta al Espíritu Santo", y aquella "orgullosa, suficiente, soberbia, separada del pueblo, aristocrática del intelecto, que cerró las puertas y resiste al Espíritu Santo". "Y no es testarudez ésta más, ¡Es tener el corazón duro! Y esto es más peligroso" Mirando estos dos grupos de personas "pidamos al Señor la gracia de la docilidad al espíritu Santo para ir adelante en la vida, ser creativos, ser alegres, porque la otra gente no es alegre". Y cuando "hay tanta seriedad"- concluyó- no está el Espíritu de Dios". Pidamos entonces, "la gracia de la docilidad y que el Espíritu Santo nos ayude a defendernos de este otro espíritu malo de la suficiencia, del orgullo, de la soberbia, de la cerrazón del corazón al Espíritu Santo".+
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